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lunes, 2 de agosto de 2010

Españoles por España

Cada vez nos levantamos más tranquilamente. Sin prisas. Eso sí, sin retrasarnos mucho para no quedarnos fuera del buffet libre del desayuno. Ahí sin rapiñar mucho ya que no seguimos el estilo estándar de llenar platos de todo hasta que no se vea el fondo, nosotros nos tomamos nuestro colacao y un croissant preñao de algo de queso, mantequilla y mermelada.


Con un nuevo día gris sobre nuestras cabezas salimos ha recorrer el Cap de Creus. Se suponía que la primera parada iba a ser Cadaqués, pero a 5 km de llegar la cola de coches empezaba a pararse del todo, así que esta foto hecha antes de dar media vuelta será nuestro único recuerdo. Volveremos algún día. Preferimos verla en pleno invierno, sin tener que sufrir por dónde aparcar ni esperar a que deje de cruzarse gente para hacerte una foto en cualquier rincón interesante.

Seguimos la carretera hacía el lado norte del cabo, allí ni rastro de masificación. En Port de la Selva (fotico de abajo) ya respiraba un ambiente más relajado y en la playa apenas había alguna que otra familia mojándose las patas. Luego nos acercamos a Llançà dónde comimos unas ricas tapas españolas... aiiix ya las empezábamos a echar de menos.
La tormenta decidió que ya era la hora y empezó a caer de lo lindo. Eso sí, en la carretera de vuelta a Roses comprobamos que las pilinguis de las rotondas de L'Ampurdà están hechas para resistir a cualquier condición atmosférica extrema. El día anterior estaban al solaco sin chamuscarse y hoy bajo la tormenta sin arrugarse. Si Dalí levantara la cabeza y viera el panorama de gente, coches y pilinguis a saber que pintaba...

Unos cuantos litros de agua por metro cuadrado después, con el olor de playa mojada y sin franceses, activamos el  modo caracol y salimos a la calle. Se me había olvidado la cámara de fotos por enésima vez en el coche, así que caminamos hasta él. De repente vuelven los rayos y truenos acompañados del vendaval que precede a unos buenos gotones. Cojo la cámara y de paso el paraguas. A continuación esto: patas mojadas, niños insultando a sus madres para que les abran el coche y gente huyendo de las terrazas como en cualquier apocalipsis al uso.

Nos vino bien, nos refrescamos un poco y la niña pudo disfrutar de su crema de verduras calentica, para intentar templar y cuidar su estomago tras tantos días de comer por ahí. Lo mio es un tomatazo relleno de mozarrlla gratinada. Pero no os hagáis ilusiones, al final nos jalamos de segundo plato nuestra dosis de carnaza con patatas...