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martes, 27 de julio de 2010

Caminico del románico

A mitad de mañana salimos de Barcelona, intentábamos pasar antes por la casa del Tibet, pero las obras pudieron con nosotros y nos perdimos un poco. Nos encaminábamos finalmente hacia Los Pirineos!!

Se nos hizo la hora de comer cuando pasabamos por La Pobla de Segur asi que paramos en un típico bar de pueblo llamado "Els Traginers". Allí nos atendieron amablemente los dueños del bar, un par de "Apus", viva la globalización.

Continuamos la ruta hasta llegar a nuestro destino de hoy, La Vall de Boí, exactamente a Taüll. La ermita de Sant Climent de Taüll está ahí nada más entrar, recibiendonos alegremente con su cementerio.



Pagamos religiosamente la entrada para ver al famoso Pantocrator de los libros de texto del instituto y subimos a su torre. Allí cada uno encontró su momento de introspección y conexión con el universo.


La niña dejaba calentar su rostro con el sol de la tarde a través de las bóvedas rómanicas, sintiendo la energía del valle.




Mientrastanto, el niño campana, sentía el espiritu de los antiguos badajos que resonaron tocando a muerte o redoblando en los días grandes del pueblo.


Recorrimos el resto de los pueblos del valle, Boí, Erill de la Vall, Borruera, Durro. Y nos acercamos al emblase de Caldes de Boí, dónde mi ansía de localizar más bichos que Esther me hizo confundir un hombre que iba por ahí arriba en el monte con una supuesta cabra. Menos mal que mi fallo de percepción quedaría en nada comparado con el de la niña confundiendo a 10 metros de ella un toro con una vaca, lo que lla pensaba que eran sus tetas no eran más que unos buenos cojones de toro.




 Acabamos el día cenando en el restaurante La Llebreta, en Borruera. Nos tomamos una buena sopica de cebolla, cordero con pisto y ternera con trompetas de la muerte... muy rico todo. Cómo se nota cuando la carne es de calidad.